La ciudad de Madrid se encuentra ante un nuevo episodio de contaminación que provoca restricciones al tráfico. Desde Todoradares nos preguntamos si esas restricciones y protocolos están realmente bien diseñados o no son más que una «buena intención» pero mal ejecutada…
El protocolo de tráfico contra alta contaminación, que entró en vigor el 1 de febrero de 2016 en la ciudad de Madrid, es el siguiente:
FUENTE – elmundo.es
La primera medida prohíbe la circulación a más de 70 km/h en la M-30 y en todos los accesos a Madrid que estén en el interior de la M-40. Cualquier coche de hoy en día puede circular en quinta o sexta marcha a 90 km/h sin problema con un régimen de giro de motor bajo y, por consecuencia, con una menor emisión de partículas contaminantes a la atmósfera.
Si reducimos la velocidad a 70 km/h muy pocos coches serán capaces de continuar en quinta o sexta marcha, teniendo que reducir a cuarta lo que provocará un mayor régimen de giro del motor y mayor emisión de partículas contaminantes.
Por tanto, a nuestro entender, esta medida es hasta contraproducente con lo que se quiere conseguir. Pero… si nosotros hemos llegado a esta conclusión, ¿por qué los encargados de realizar estos estudios no?
Este cambio en el límite de velocidad está siendo aprovechada por el consistorio que rige Manuela Carmena que está poniendo «toda la carne en el asador»: Todos los cinemómetros de los que dispone el ayuntamiento tienen estos días un puesto fijo sobre los puentes de la M-30 durante muchas horas.
Puente de la A-3 sobre la M-30 dirección A-4
Puente de la A-3 sobre la M-30 dirección A-4
Puente sobre la M-30 Avenida de la Ilustración
Puente sobre la M-30 Avenida de la Ilustración
Ésto son sólo unos ejemplos, pero los avisos de radares sobre puentes de la M-30 en la aplicación Social Drive son constantes y continuos durante estos días. Muchos madrileños y turistas (aprovechando el puente) ni se enteraron de la prohibición.
Esta claro que hay que aprovechar la contaminación y la reducción del límite para hacer caja y recaudar la mayor cantidad posible, no vaya a ser que se reduzcan los niveles de polución y se nos acabe el «negocio».
Alcanzados este punto nos preguntamos…
Ante estos episodios de contaminación, ¿se potencia el uso del transporte público? ¿Se reduce la frecuencia de paso de éstos?
Todos los años, con la llegada del frío, nos encontramos en situaciones parecidas. ¿No habría que controlar también el consumo y despilfarro de las antiguas calderas comunitarias?