El 75% de los radares son de pega

[goyovarea]

Tres de cada cuatro cabinas de radar ubicadas en las carreteras vascas estarán huecas, vacías, serán sólo una carcasa sin nada dentro. Cuando la Ertzaintza finalice el nuevo despliegue que está en marcha -tiene previsto instalar en las próximas semanas 36 nuevos puntos de control de velocidad en toda la red-, habrá 75 radares en las vías de Euskadi. En realidad serán 75 cabinas, porque radares, lo que se dice radares, la Policía autónoma sólo dispondrá de 17. Estas cámaras rotarán entre los diferentes puestos en función de las decisiones que adopte el Departamento de Interior.

La consejería que dirige Javier Balza alega que de esta forma se produce una «optimización del uso de los recursos disponibles». A juicio de los expertos, el efecto de un radar fijo es el mismo con o sin cámara fotográfica dentro. En ambos casos, el conductor levanta el pie del acelerador, salvo excepciones. Todos los puestos de control de carácter fijo están señalizados en España con varios centenares de metros de antelación para reforzar, precisamente, que su objetivo es evitar los excesos de velocidad en lugar de multarlos.

Cuando los conductores vascos circulen por la A-8 o por la N-1, las dos vías más controladas de la comunidad, no sabrán si el radar está o no activado, «pero probablemente levantarán el pie y se ajustarán al límite», sostienen los expertos. La Dirección General de Tráfico (DGT) utiliza en España un sistema similar. Su número de cabinas viene a triplicar el de los equipos de medidores y cámaras fotográficas necesarios para registrar las infracciones. La teoría de los 'radares fantasma' también se ha utilizado en las áreas urbanas. Vitoria, por ejemplo, colocó y señalizó cabinas de control en seis puntos de la ciudad, pero adquirió un único cinemómetro que cambiaba de ubicación cada semana o cada quince días. Durante un tiempo, alertaba a los ciudadanos de dónde se encontraba la cámara en ese momento por la novedad de la experiencia. Pasados unos meses, dejó de hacerlo.

En la actualidad, este fenómeno ya se produce en las carreteras vascas. El número de cabinas de control desplegadas por el Gobierno vasco en las vías de la comunidad está situado en 39 desde hace varios años. El grueso de estas instalaciones se localiza en la A-8, donde hay 16, sobre todo a su paso por Bilbao y Barakaldo. En la N-1 hay cuatro -todas en Guipúzcoa- y en la A-15 otras cuatro, también en este territorio. Para todas ellas, la Ertzaintza dispone de un total de 14 equipos de detección, que rotan entre las diferentes ubicaciones.

A lo largo del año pasado la Administración vasca completó el trámite para adquirir materiales con los que ampliar la red de puntos de control de velocidad en Euskadi. Se hizo con 36 nuevas cabinas, que ya ha comenzado a instalar. De hecho, muchos conductores se han percatado de que han aparecido en sus rutas habituales nuevas señales que alertan de la futura presencia de un radar. El número de equipos de detección adquiridos, sin embargo, es notoriamente inferior: sólo tres.

En los 'puntos negros'

En total, el contrato ha salido por unos 784.000 euros, que no serán muy difíciles de recuperar a través de las propias multas. En 2006, la Ertzaintza tramitó 79.524 denuncias por velocidad excesiva a partir de las fotografías captadas por los radares. En el segundo semestre de 2007, indica Interior, «la media de sanciones cursadas por cada equipo fijo ha sido de un millar». Además de este despliegue de cabinas y radares fijos, la Policía vasca dispone de once equipos móviles adosados a vehículos camuflados o que se utilizan sobre trípodes. Estos no se señalizan y, en este caso sí, su intención es claramente sancionadora.

Una vez finalizado el despliegue de los nuevos artilugios, las carreteras vascas estarán salpicadas de 75 cabinas de control por la que rotarán 17 radares. La ubicación de las cabinas se ha seleccionado «en atención a la peligrosidad» de los tramos, es decir, «de acuerdo con los datos de accidentalidad» en poder de la Ertzaintza.

Casi una treintena de las nuevas ubicaciones, de hecho, coincide con 'tramos de concentración de accidentes (TCA)', calificados de esta manera en el informe realizado por Interior entre los años 2002 y 2006. En Álava, por ejemplo, se va a actuar sobre dos puntos de la red que tienen un nivel 4 de peligrosidad sobre una escala de 5: la carretera N-240 en sentido a Bilbao y la A-625, en la variante de Luyando, un 'punto negro' que registró una treintena de accidentes con víctimas en el periodo citado. En total se colocarán 12 equipos.

En Vizcaya, se añadirán cuatro nuevas cabinas a la A-8 -donde ya existían 16- y tres a la AP-68, a la altura de Arrigorriaga y Ziorroga. También se actúa sobre la BI-637 en Artea, un punto de peligrosidad 3. En total, este territorio recibirá 10 instalaciones. En Guipúzcoa, que sumará 14 cabinas, se estrechará el control en la A-8 -con cuatro más-, en la N-1 -seis cabinas más- y en la N-1-A en Lasarte. Todos son tramos de cierta peligrosidad

[jon761]

Perfecto, solo 3 "bichos" mas...

[soldadillo]

Es el cebo perfecto.

El anzuelo-trampa

como dejar las puertas de la cárcel abiertas a un preso para cuando asome la cabeza y escape esperarle con la artillería para meterle 20 años más.

Esperan que se confíen, que pisen el acelerador pensando que está hueco el que ven y entonces les cace con velocidad de más.

Si todos son radares, intentarán no sobrepasar.. si hay muchos vacíos, habrá un % de gente que se arriesgue y a esos cazarán, cosa que no haría antes de estar todos con radar.

Vamos, una medida para sacarse un dinerillo "extra".

Y lo disfrazan de optimización de recursos... ¿creen que somos idiotas? bueno, la sociedad que los elige para que la puteen, puede tener matices...

[juanig1980j]

pero esto es algo habitual en la mayoría de comunidades autónomas, al menos en la que más conozco como Cataluña y Aragón. La mitad de cabinas y pórticos casi siempre apagados.